¿Quién representó el Belén por primera vez?

18/12/2021

 

Primeras representaciones

Catacumbas de época romana.

Fresco de principios del siglo III hallado en la Capella Greca (capilla griega), en las catacumbas de Priscila en la Vía Salaria de Roma. La escena muestra la figura de la Virgen María estrechando en su pecho al niño Jesús envuelto en pañales. Frente a ellos aparecen los tres Magos de Oriente, que visten una túnica corta, sin manto, gorro ni corona. Sería dos siglos más tarde, en el año 320, cuando se adoptó oficialmente el 25 de diciembre como la fecha oficial del nacimiento de Cristo, justo el mismo día en que los romanos celebraban la festividad del Sol Invictus para conmemorar el solsticio de invierno.

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Entre los años 432 y 440, el papa Sixto III trasladó a Roma, desde Tierra Santa, algunos fragmentos de la "santa cuna", y los dispuso en una pequeña capilla habilitada a tal efecto en la iglesia de Santa Maria ad Preasepe (Santa María en el Pesebre), también conocida como "la Redonda". Allí, el papa empezó a celebrar representaciones que recreaban el nacimiento de Cristo. Dicha iglesia pasaría a ser conocida con el tiempo como la Basílica de Santa María la Mayor y se convertiría en una de las más importantes de la Ciudad Eterna.

Pero sería a partir del siglo VIII cuando el nacimiento y la resurrección de Jesús empezaron a ser representados en escenas costumbristas que tenían lugar en las plazas públicas de la ciudad. Dichas representaciones teatrales populares (muy criticadas por el papa Inocencio III, que las consideraba sumamente vulgares) poco a poco fueron incorporando más y más personajes.


Una tradición que se afianza



En 1233, Francisco de Asís llegó, junto con su hermano León, a la población de Greccio, en la región italiana del Lazio. Para intentar evangelizar a la población de la región, mayoritariamente analfabeta, Francisco pidió una dispensa al papa Honorio III para crear el primer belén en una cueva muy cerca de la ermita de la localidad. Con la ayuda de Giovanni Velita, un señor feudal, que le proporcionó el pesebre, la paja y los animales, el futuro santo (aunque algunos historiadores afirman, sin embargo, que quien realmente ofició la misa aquella noche fue san Antonio de Padua) convocó a los habitantes del pueblo al toque de la campana de la iglesia. Debido al frío invernal de la región, la figura del niño Jesús fue sustituida por un muñeco, pero no así la de los animales que sí eran reales. La leyenda cuenta que a la hora en que la tradición fijaba el nacimiento de Jesús, el muñeco cobró vida y empezó a llorar. Otras leyendas, sin embargo, afirman que en lugar de llorar el muñeco sonrió y extendió sus brazos hacia el santo.

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De la representación teatral y con personas reales se pasó muy pronto la realización de las figuras con diferentes materiales. En poco tiempo la tradición empezó a popularizarse, y en las ciudades italianas, durante los siglos XIV y XV, las iglesias se decoraban con belenes durante las celebraciones navideñas. Al parecer, la primera forma moderna de belén se debe a san Cayetano de Thiene, que en 1534 ideó un pesebre con figuras de madera pintadas que iban cubiertas con ropajes de la época y cuya cabeza estaba hecha de terracota, cartón piedra o madera. Asimismo era habitual que en el interior de las figuras se introdujera un alambre con el objetivo de articular los miembros y facilitar de este modo el movimiento. Foto: iStock Foto: PD Foto: PD

Los belenes barrocos

Durante el Barroco, la tradición del belén alcanzó también a las casas señoriales, aunque muy pronto los hogares más humildes quisieron imitar también a los señores. Muy reconocidos a nivel mundial son los belenes napolitanos del siglo XVIII, que reflejaban el entorno del Nápoles de la época, mezclando lo sagrado y lo profano, e incluían a personajes populares de la ciudad. De hecho, su introducción en España se debe a Carlos III, que había sido rey de Nápoles y era un gran entusiasta de aquella tradición. El rey y su esposa, María Amalia de Sajonia, importaron aquella costumbre a nuestro país y la introdujeron en sus palacios. De hecho construyeron una sala especial para la realización del conocido como "Belén del Príncipe" (primero en el palacio del Buen Retiro y después en el palacio Real), un típico belén napolitano en el que se representaban las costumbres y vestimentas locales, y fue encargando a los reconocidos imagineros valencianos José Esteve Bonet y José Ginés Marín y al murciano Francisco Salzillo.

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A mediados del siglo XIX, poco a poco esta costumbre se fue extendiendo a todos los hogares españoles. Fue entonces cuando empezaron a fabricarse las figuras de belén en serie. Destacan las producidas en barro, muchas veces sin cocer y pintadas con vivos colores, en las fábricas de Murcia, Granada, Barcelona y Olot (Girona). Todas aquellas figuras podían adquirirse en tiendas de imaginería religiosa o en los típicos mercadillos navideños que empezaron a extenderse por toda la geografía española.



Los belenes en España

Como hemos visto, los belenes se componen de muchas y variopintas figuras. Aparte de las principales, como pueden ser la Virgen María, el niño Jesús, San José, y, por supuesto, el burro y el buey, en un belén que se precie no puede faltar la estrella de Belén, que guió a los magos de Oriente hasta el portal, así como tampoco los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Estos personajes aparecen representados de diversas maneras en los pesebres: desplazándose lentamente en su viaje hasta Belén o ya ante el pesebre en postura de adoración al niño Jesús. A veces viajan solos y otras van acompañados de sus pajes y séquito.

España sigue distinguiéndose por su gran tradición belenística, cuya calidad es ampliamente reconocida. Así, entre los belenes más populares de nuestro país se encuentran algunos como el Belén Bíblico de Jerez de los Caballeros, en Badajoz (el belén monumental más grande de Europa); el Belén viviente de Buitrago del Lozoya, en Madrid; el Belén mudéjar de Sevilla, que cuenta con edificios emblemáticos de la ciudad; el Belén de Salzillo, que se expone en el Museo Salzillo de Murcia; el Belén de Ocaña, en Toledo, que se muestra en el convento de Santo Domingo de Guzmán de esta localidad y cuenta la historia de la Salvación desde la creación del hombre hasta la resurrección de Jesús; el Belén con luz y sonido de la Concatedral de Guadalaja, y el original Belén de Rute, en Córdoba, que está íntegramente hecho de chocolate.